Nunca pensó que luego de despedirse de su amado, regresaría sobre sus pasos hacia la misma cafetería donde había comprado los helados de sabor. Tendría que regresar a casa llevando consigo cuatro copas de helado y seis mas del tamaño de una almendra y pasar frente a doce niños y niñas que jugaban en la cancha. Algunos se le quedaron viendo a la bolsa plástica transparente que dejaba ver su contenido expreso.
Por algún instante cuando se dirigía de regreso a la cafetería, habría pensado en todos ellos, y se ideó comprando dos bolsas de helado para todos; pero de repente cambio de parecer... y no le importó pasar frente a ellos.
¿Quiénes son mas importantes? - se preguntó. - ¿Mi familia o estos niños que ni siquiera conozco?, ellos dentro de poco se volverán maleantes y prostitutas... y se olvidarán de que alguien los trató como lo que eran: niños y niñas.
Dio un paso y otro y bajo los escalones y atravesó la puerta de su vecindario de clase media.
- ¿...Y qué conmigo? - dijo, y entró a la casa.
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