martes, 30 de julio de 2013

Sueños que vos soñás...

1. Anoche soñé con naves extraterrestres. Todas estaban en el cielo, desplegadas, suspendidas en un fondo azul despejado. Vi hacia arriba y tenían formas extrañas. No había guerra, sólo las naves.
Mientras tanto, agarraba una flauta y tocaba y bailaba.

2. El calabozo era oscuro y estrecho, estaba bien construido con enormes piedras. Oscuro y sucio albergaba en alguna parte un dragón y su cría tal vez. Éramos varios del grupo, sin embargo no pude verles la cara o reconocer a mis acompañantes. No teníamos armas aparentemente, pero de alguna forma nos deshicimos del dragón.

3. Llovía casi eternamente y me movía en un vecindario que no conocía del todo, como si hubiese estado de visita. Pasé por una pequeña zona verde y allí apareció el enorme perro negro con blanco, furioso, con ojos claros y pelaje aceitoso. Se lanzó hacia mí y yo lo esquivaba, se me volvía a lanzar y lo volvía a esquivar. Luego de un rato, se me acercó para olfatear mis pies. Inmediatamente se tiró al suelo y tomó una postura de sumisión como la que hacen los perros; pero era un lobo.
Apareció mi perro cócker y se gruñeron de frente, hubiesen estado a punto de atacarse si no los hubiese detenido a ambos con una sola señal.
Ambos se movieron y caminaron conmigo hasta que llegamos a una casa donde había una anciana; el piso parecía de tierra y adentro había más gente, una gran familia con niños y niñas. Pasé adelante.

4. Tomé el tren en una estación subterránea. Esperé que el primero saliera, el cual iba lleno de mucha gente y contaba con muchos vagones para pasajeros. Dejé ir al segundo que tenía menos vagones y menos gente. Esperaba a alguien; pero no podía esperar más pues el último solamente tenía un vagón en el cual iban dos señoras o señoritas. A escasos metros de haber salido, apareció mi acompañante quien desde lejos no supe quién era, pero era una persona mucho mayor que yo. Viajamos y llegamos a un pueblo con casas de adobe y calles de piedra.