viernes, 15 de agosto de 2008

Operación surgery.


Dos meses y más..., dos meses desde la operación que me cambió. Cada año es un suceso o un acontecimiento que cambia mi situación, cambia mi entorno y me cambia a mí.


Todo ha ocurrido "después o antes" del incendio, y ahora "después o antes" de mi operación. Cada año se vuelve más oscuro y más agudo, y los sucesos más extremos... Dios me habla, me grita y me golpea porque yo no quería contestar.


Lo que sé es que he cambiado mucho... ya no soy el que conocieron... Aquél de la imagen ha cambiado.
Me llevaron en camilla mientras colocaban un hilo con un pedacito de cartón que contenía mi nombre y número de afiliación..., me sentía un cadáver con aquello puesto. Sonrieron las enfermeras y dijeron que era diferente cuando se colocaba en el pié. Me resigné a ser como Dios me mandó que fuera.
Hice amigas. Una punzada en la espalda y luego, la mitad de mí estaba paralizada.
Abrieron con cuchillo y no me dejaron ver. 30 minutos. Afuera. Descansa. Y en la sala de recuperación estuve más tiempo del debido.
Me hacía falta algo, algo de mi cuerpo ya no estaba. Estaba solo. Las brumas y el frío me atraparon en la noche y el dolor se suavizó con otra punzada.
Dejé de ser el mismo. Y a nadie le deseo una operación surgery.

lunes, 7 de julio de 2008

Operación.

Como dije abajo, el cáncer se propagaba lentamente por mis entrañas sin dolor alguno. Ahora que una parte importante de mi cuerpo hace falta, me siento extraño, me siento pobre y me siento mutilado.

viernes, 9 de mayo de 2008

Bajé las escaleras...

Bajé las escaleras al bullicio de mi propia voz, como si un grito de desesperación se hubiese ahogado en La sostenido bemol séptima disminuida quinta, no titubeé, ni por un momento ni por un instante; desenvainé la agria punta y con un solo golpe lo clavé en el corazón. Sus graznidos de terror casi herían mis sentidos con un hedor pestilente que me provocaba náuseas... lo sostuve contra la pared mientras golpeaba su cuello y esperaba a que desfalleciera. No podía dejar de golpear hasta que calló. Su sangre manchó mi ropa, mi camiseta blanquecina ahora parecía la piel de un toro recién desollado.

Lo dejé sobre el suelo con la ternura que se mereció mientras aún vivía, no podía hacer nada más. A pesar de todo, lloré amargamente junto al cadáver que se evaporaba lentamente, quise cruzar la puerta; pero no sabía qué habría del otro lado, temía que aquel espíritu tratara de someterme de nuevo como cuando tomé una parte de sí y él tomó una parte de mí, la más sensible.

¿En qué me había convertido ahora? En un horrible híbrido que yo mismo detestaba en una maldita tierra híbrida llena de espantos. Contenía mi furia a veces; pero otras, la descargaba como lo que ahora era plenamente. Sin embargo me sentía crecer y expandirme. ¿Cuántos como yo habrían en el mundo? Muchos, sin duda, pero no conocía a nadie ni sabía adonde buscar. Me sentía solo... y solo caminé por la oscuridad de las puertas.