sábado, 9 de diciembre de 2017

An interdimensional fable.

Letra de la música inspirada en el libro "D'al Segno y el Jardín de los raros" o "La Horka Hyperdimensional" por Aleks Sagastumeguizábal.

"The voices were a mixed choir that only knew songs of pain, neglect, suffering, abuse, silence, injustice and captivity; but came to his mind to go over the anthem to dead heroes fame written on ancient books that someone used to hide: 'Within the gardens of heaven, I feel the distance inside when all dimensions collide...' Making allusion to the purity of their incorporeal essence when creating worlds and universes in every battle."

Isabel II.

A distant place, a distant time
where all the shadows will reborn
to call up mornings while forgetting your voice.

In such a world where thunder rhyme
the words, the magic of the gods
I will stand still among the darkness and the noise!

'Cause without you
I will become a part of the flowers
that were not planted 'round the towers
but with the ones which will decay
in the fields of gray...
beyond the tombs of Isabel...

Ah... Ay mamá laváme la ropa
que no ves que estoy desgraciado
y no alcanzo a llenar el vivir
Ay mamita mía!
diosito te guarda en el Cielo...

It's such a place, it's such a time
when even monsters sacrifice
beyond the tombs of Isabel...!


Hybrid earth.

In the shadows we will sing along the forbidden songs
to wake the people up, to light the people's mind so they can see the colors
of a place that's been darkened by owners of negative vibrations
who will never ever find their way to be the masters of realm...

Tell me how I should live on a hybrid earth of gods!
Tell me how I must die on a hybrid earth of lords!

Archangels of the darkness are nesting in my chest
they turn around inside my skin and laugh about my horrors
Passionate Eve... escape from that lost paradise
and leave into this place your virginal desire!

Tell me how I should live on a hybrid earth of gods!
Tell me how I must die on a hybrid earth of lords!


No más. (Babilonia Boreal.)

Quinientos años de censura, asesinatos y mentiras
quinientos años de vivir en la injusticia
¿Cuántos más han de pasar en esas sucias manos?
¿Cuántos más han de morir aplastados por el poder?

¡No! ¡No! ¡No podemos más!
¡No! ¡No! ¡No moriremos más!

(Mas)...acres en mi mundo no sacían tu lujuria, Xibalbá,
Babilonia Boreal,
soy tu juego sexual
con tus war toys, el dinero y el poder
"has perdido tus encantos de mujer, Babel"

Si supieras que la vida no es placer aquí abajo...
¡Celebrás la muerte!
Celebrás el dolor...


Agrora.

...Next door sexy girl's my only virus,
she's my doom who dug my wound so deep
and she draws my blood over her womb
to punish myself, punish me again!

No more love songs to sing... (no canterà al'amore)
no more pain to believe in... (soltanto a la morte.)

Dun thoughts, abuse, darkness all
wicked surcery that turns into reality,
night-time criminal who watches my soul
from a long way off, from a silly love song!

The flower of the dead which I love at first
tore the story pages out and broke the yesterday.
As she draws my blood over her womb
to punish myself, punish me again!

No more love songs to sing...
No more pain to believe in...

miércoles, 4 de octubre de 2017

Cantá, corazón mío.

Ay, qué bonitos los ojos de la primavera.
Ay, qué bonitos tus ojos que me hacen feliz,
no los dejés llorar, no los dejés sufrir...
no los dejés llorar, no los dejés sufrir
que mi alma se muere si no estás aquí.

Ay, tus ojitos me llenan de paz y liberan,
ay, a este mi corazón de cadenas sin fin
y si un día te vas, sin siquiera decir
doy perdido mi canto, el baile y la flor
los que siempre me diste con todo tu amor.

Voy caminando a buscarte a través de la hoguera,
estoy navegando en el humo hasta verte reir;
ven cantemos mi vida, bailemos con pasión
la sagrada bebida que's la bendición...
ven cantemos mi vida, bailemos con pasión
que renazcan las flores, que cante el corazón...

(Te extraño, mamita).

miércoles, 18 de enero de 2017

26. Los efímeros habitantes de las regiones etéreas.

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los efímeros habitantes de las regiones etéreas.

Efectivamente, uno de aquellos seres conscientes, sensibles y con capacidad de un ser social, más que una copia exacta de algún otro en algún lugar del Negativo era un chero[1], un tal Ar-Itz, Aris o Ar-Es, cuyos pensamientos también volaban y refunfullaban al son de los gritos de los Corevinos y Linfarotes mientras luchaban incansablemente contra las bolas que formaban los iksódidos con sus cuerpos unidos. Los Kefalitas aliados de Numb en las cúspides de las ciudades (las llamadas “Nubebrillante”) se satisfacían viendo cómo sus antiguos socios (y a veces enemigos) se llenaban de sustancia de pies a cabeza quando accidentalmente las hacían reventar: cada vez que una bola de estas descomunales bestias salían de las turbias – mejor dicho, negras y pantanosas - aguas que rodeaban a las ciudades, los casi incansables guerreros Corevinos ahora rebajados a serviles esclavos se apresuraban con un poderoso lanzallamas para separarlas; pero no las quemaban ni siquiera un poco sino solamente aplicaban el calor para no dañar su preciada materia prima (lo cual era desde su piel hasta sus últimas entrañas). Entonces los Linfarotes, con sendas lanzas, las empujaban mientras se separaban para dejarlas patas arriba y así hacer más fácil la subyugación. Generalmente lo que seguía era someterlas cortando sus innumerables patas y transportarlas a las fábricas, pero siempre había un porcentaje que se perdía y era entonces que todo se volvía viscoso y había que limpiar. Por supuesto que todo esto ocurría en la base de las cónicas ciudades donde los más desposeídos solamente veían pasar “el preciado material”. Para tal tarea, las calles se cerraban al libre tránsito y a veces hasta se resguardaban con barricadas o se decretaba una Ley Marcial con la que podían ejecutar a cualquiera sólo por temor a que la gente del fondo de las ciudades se colara para llevarse el invaluable material.

 

Este asedio de las bolas de garrapatas a las ciudades ocurría cada cierto tiempo (según cálculos de los científicos y en su jerigonza no apta para iletrados, pasaba cada seis deciclos de rada y en una de tres temperaturas de cada estación) para devorar los alimentos y hasta a todo aquél que se pusiera en su camino, según se decía. Así, igualmente cada temporada, se creaban batallones y patrullas (generalmente conformados por Corevinos, Linfarotes y Táunidos) que ayudaban a acabar con tal peligro. Y por cierto, cada iksodidonte (otra forma de llamar a esa especie desconocida cuyos miembros más parecían garrapatas gigantes) adulto y en proceso reproductivo llegaría a pesar hasta ¡trescientos kis[2] y cada bola podría tener hasta cuarenta adultas de seiscientos sesenta y uno punto treinta y nueve pesas, si hablamos en mediciones Elemortales! ¡Eso significa que cada bola mediría entre cinco y veinte metrónos de diámetro! Y esto sólo se puede calcular en la métrica Elemortal de los Hacedores de seres[3]. ¿¡Se puede imaginar acaso la escena de batalla de los Corevinos y Linfarotes peleando contra semejantes bolas de bestias hambrientas…!? Era un espectáculo sangriento que encantaba a los Kefalitas y a su mutuo protegido Clan[4] de la Gran Familia, incluso ya algunos Elementos (o Elemortales) habían caído en la misma villanía de ver correr sangre en cada rincón de las ciudades, como si fuese un deporte extravagante para gente fufurufa[5] y todo haciéndolo al ritmo del salvaje num-bay, que era una mezcla de sonidos de extraña frecuencia con la que ayudaban a someter a estos enormes bichos también, entre otras cosas.

 

Pero ese día, Ar-Itz estaba cansado, ya no soportaba escuchar los gritos de guerra de los exiliados (como se les llamaba a las razas descendidas de las Esferas Exteriores) ni las monótonas notas de la calle, y decidió seguir su camino hacia campo abierto. Allí recordó que en las muchas ocasiones en que veía a su vecina Aythia salir a la tienda mientras él se paseaba por ese parquecito, la saludaba muy alegremente. Siempre que se la encontraba deseaba salir con ella y “andar” como dicen los bichos[6] cuando tienen un noviazgo; pero algo lo detuvo, escuchó un apenas perceptible “click” que de pronto lo transportaba a otra parte:

 

Apareció en Vertex sentado sobre una grada en medio de una calle que no recordaba bien, sentía que sus huesos rechinaban cada vez que se movía, sentía que sus ojos le pesaban, los párpados le dolían y que su piel era menos elástica que siempre. Su mente dictaba preguntas que no lograba responder satisfactoriamente, no había expresión alguna en su rostro, tal vez un leve atisbo de extrañeza, de sorpresa, de duda o de molestia; pero nada. Su apariencia particular habría llamado la atención de una chera, Aer, quien lo introduciría al mundo en el que ahora estaba.

 

Aer era la que se convirtiría en la mejor amiga de Segno para cuando empezaron a ser clandestinos e interpretaban juntos las melodías que tanto molestaban a los gobernantes; había crecido en algún lugar en Vertex junto a su padre, madre y hermano. Tocaba la guitarra como un Van de la música y se había enamorado del que luego sería el “arreglista” de la banda. De ella se decía que invocaba a estos Van de la oscuridad en las noches junto al cuerpo momentáneamente sin vida de Drya (pronunciado “draia”), su novio con quien rentaba un apartamento cerca de las mansiones Ziguibude y Numb.

 

Siempre vestía distinto al uso del lugar y época, escribía canciones y a veces le gustaba recitar poemas mientras hacía sonar notas distorsionadas. De pequeña, había sido amiga de Sapiens, de quien se hablará luego.

 

- ¿Querés agua? – dijo una voz a su espalda.

- Ah… mmm… Sí – dijo luego de titubear y tratar de reconocer el rostro de la persona que le ofrecía un recipiente traslúcido. Apenas recordaba en ese instante si aquella “agua” tenía sabor o no, apenas quizá recordaba su nombre.

- Oi… - dijo mientras le regresaba la botella - ¿cómo me llamo?

- ¿Qué?

- ¿Cómo me llamo?, ¿cuál es mi nombre?

- ¿Cuál es tu nombre…?? – exclamó Drya con extrañeza.

- Segno…, siempre seré Segno… - se dijo dentro de sí – el loco de párpados cosidos que llora etoposoide funestal, suda bleomorcina serénida y sangra cisplatrídico nadínico, el peor de todos. - Ar-Itz… - respondió sin titubear, sabiendo que algo le hacía repetir ese nombre.

- Vas a ver… - le dijo – en este lugar todo lo que soñés se puede hacer realidad, incluso lo más inusitado… solamente tenemos un problema: la esclavitud, la ignorancia, la indiferencia…

- Esos son tus problemas… - le dijo.

- Bueno, al fin y al cabo, todo se resume en uno solo que no tiene nombre y no se le encuentra solución.

- ¿Qué lugar es éste?

- Este es el Tremun-Do… - le respondió Aer al tanto se le acercaba. Tal parecía que había tenido la sensación de conocerlo de algún otro lugar o de ver en él a su viejo amigo, y por ello se mostraba interesada.

- El mundo querrás decir… - repitió el otro chico.

- Sí, el Elemental… un cúmulo de caos… Aquí las calles conducen a cualquier lugar.

- ¿Quién sos? – le preguntó Ar-Itz.

- Una amiga – le respondió y le ofreció la mano.

 

Pero pronto se dio cuenta Ar-Itz de que la chica no tenía manos sino solamente un extraño compuesto gelatino-espumo-vaporesco que salía por debajo de la manga larga de su camisola con guilindrujes en las muñecas. Sin embargo, alargó su brazo y cuando estuvo a punto de estrechar “manos”, la chica se dio cuenta de que el recién llegado tenía dedos largos terminados en punta afilada, como alfileres o agujas gigantes que hacían que sus manos parecieran más grandes.

 

- Tenemos manos extrañas – dijeron al unísono. Rieron mientras unían sus extremidades: las púas del uno se hundieron en el compuesto de la otra. Y algo volvió a hacer “click”.

- ¿Cómo te llamás? – preguntó Ar-Itz.

- ¿Qué cosa? – dijo ella como si no hubiese escuchado bien.

- ¿Cuál es tu nombre?

- Aer Arkanum Key… ¿y el tuyo?

- Soy Ar-Itz Burj’Ra.

 

Se vieron sus manos de nuevo y rieron. El uno dijo que al fin tenía más libertad e independencia de sus padres, y que ahora tenía que valerse más por sí mismo y que parecía que su vida apenas comenzaba. Eso le hacía sentir alegría, incertidumbre y temor pues desde que había ingresado a la Academia Electronológica ya no era tratado como un niño. El infra se abría, el serelementum[7] se hacía consciente, el mundo era más real de lo que pensaba. “Lo mismo me pasa a mí…”, le dijo ella. Sentados en la calle, parecía como si hubiesen andado juntos desde siempre.

A un lado de Aer estaba un chico que se veía de la misma edad de ambos y más allá, un paño sobre el cual descansaban infinidad de objetos indumentarios.

 

- ¿…Por qué tenés las manos así? – le preguntó.

- No lo sé… así me hizo la Esencia[8] – respondió para no dar más explicación. A lo que ambos rieron.

- Yo me crié en un hogar adoptivo…

- Yo también – dijo el otro.

- ¿Y cómo hacés para que la gente no se te quede viendo?

- Me pongo guantes… se los compré a un “hacelotodo” muy detallista que cuando me los dió me dijo que los había hecho exclusivamente para mí… - dijo Aer, y se los mostró a Ar-Itz.

- Que chivos están… - dijo cuando los manipuló.

- …Justo a ponérmelos iba – habló Aer – Cuando apareciste vos.

- Con mis manos está un poco difícil encontrar algo que cubra la punta de mis dedos… a veces los recorto y los dejo muy suavecitos. A menos que ese mismo “hacelotodo” me fabrique un par de guantes también… – dijo Ar-Itz examinándose.

 

Así continuaron hablando mientras el chico a su lado se encargaba de ofrecer el producto sobre el paño; sin decirlo, Ar-Itz se sentía atraído por aquella Elemortal de piel pálida y hubiese querido que ella también sintiera lo mismo por él, cosa que quizá haya pasado pues desde entonces empezaron a tejer su unión, además se dieron cuenta de lo que tenían en común: ninguno recordaba cómo había llegado a esa ciudad y que fuera de ella habían visto el dolor y se habían vuelto sensibles a él por alguna razón que nunca habían experimentado. También en las ciudades había dolor pues eran gobernadas por un solo grupo de seres que cada día se hacía más poderoso: llenas de gente que les servían trabajando en grandes fábricas de procesamiento de alimentos y material de consumo (a partir de la materia prima afianzada durante las oleadas de invasiones de insectos que padecían, entre otros), nadie sabía qué ocurría en realidad pues al terminar sus labores diarias parecían borrarles la memoria a todos; tristes, trágicas, solitarias, grises y silenciosas (a excepción de la música oficial, el num-bay[9], llamado así porque había sido creado por los gobernantes Numb con la ayuda de los científicos Keflits como un tipo de control mental y hasta social), dormitorios gigantescos donde también pasaba infinidad de acontecimientos desde los actos lícitos hasta los más ilícitos y clandestinos… Nadie sabía quándo había empezado todo exactamente; pero lo aceptaban tal cual lo habían venido haciendo sus padres y los padres de éstos como “tradición” o por que “así son las cosas” y así hasta los primeros ancestros sin preguntar mucho esperando ciegamente - y gracias a la intervención de los ministros de la fe oficial - el cumplimiento de la única profecía que hablaba de liberación. Liberación subordinada a la manipulación de los gobernantes que hacían ver la llamada “Gran Invasión” (a partir de la cual habían afianzado el poder) como un evento inevitable ocasionado por la proximidad del componente de la realidad llamado “Negativo” que por períodos parecía acercarse con más intensidad y cuyas anormalidades intrínsecas se estaban cruzando con las regiones antagonistas y provocaba una aparición cíclica de eventos de todo tipo empezando por el cruce de esferas rocosas y energizadas desde algún punto en el espacio.

 

- Él es An’Drya – le dijo al fin –, un amigo.

 

El nombre Drya era tan común que a veces hacía pensar en que todos los chicos y todas las chicas eran la representación de una sola viviente de otra dimensión llamada del mismo modo. Se sabía muy poco o casi nada de él. Algunos dicen que era un chico exiliado, al igual que muchos de los habitantes, y que había llegado justamente igual que las razas desde las Regiones Etéreas, aunque nadie estaba convencido de tal cosa. Parecía realmente misteriosa la forma en que él había aparecido en aquel lugar: hablaba frecuentemente de unos “ár’moles”, pero nunca nadie la entendía hasta que conoció a Aer, su futuro amor, a través de la cual supo y pudo expresar su sentimiento arrastrado desde otro lugar. No tenía familiares, no tenía amigos, tan sólo había aparecido en medio de la calle tocando un instrumento que hacía milenios se conocía como klaséc mientras un grupo de yelnats danzaba libremente, confundiéndolo desde entonces como un “yelnatsiano” o como “el encantador de yelnats[10]”.

 

- Mucho gusto… - dijo Ar-Itz.

- Hola… - dijo secamente a unos pasos de ellos y agitando su mano para evitar la molestia de ponerse de pie, acercarse y saludar con un beso en la mejilla como era la costumbre.

- Soy Ar-Itz… - le dijo él mientras se acercaba y lo saludaba extendiendo su puntiaguda mano, yendo en contra de la costumbre de dar un besito en el cachete.

- Ya lo dijiste varias veces… - pensó él antes de exclamar - ¡no me vayas a puyar con eso…!

 

Aritz soltó una carcajada.

 

- Estoy confundido… - dijo al fin – algo hizo “click” y ya estoy aquí…

- Bienvenido a la realidad… - dijo An’Drya.

 

Pero aún con la mirada de desaprobación o las palabras de disgusto que le lanzaba él al creer que le galanteaba a Aer, Aritz no dejaba de ver en su mente lo que le despertaba fantasías antes razonadas.

 

- ¿Y cómo he llegado a esta realidad? – preguntó.

- Pues a lo mejor atravesaste algún túnel como el que trajo a los invasores… - espetó Drya. - O quizá demasiado pitridio … - dijo en un susurro y riendo en un suspiro.

 

Entonces Aer lanzó una repentina carcajada y comenzó a hablar: “me acuerdo de la primera vez que escuché la historia de la Invasión y sus consecuencias… pues con ella, los Ziguibude afianzaron el poder; con ella, esclavizaron por completo a los recién llegados y últimos de las razas que vivían en el Borde de las esferas… Ellos, los Kefalitas, los Corevinos y los Linfarotes…” dijo mientras parecía que se transportaba a otro lugar y tiempo. “Todo empieza en la mera tierra de las Alturas, con los Padres de los Elementos, quienes crearon todo…”

 

Caminaron calle abajo al tanto que la oscuridad crecía lentamente. Él solamente los seguía como si de un animalito hambriento en busca de caricias se tratara, sin conocer el rumbo o los motivos. Aer no dejaba de hablar al tanto se metían por entre la gente que atestaba las calles siguiendo la nada; esquivando miradas y zigzagueando como si fuese el transporte público por los retorcidos edificios, y parecía importarle poco la molestia que causaba al esparcir humo de su llamado cigarro “patekutxe” que, encendido delineaba su rumbo, rumbo que los llevó a las entradas mismas de la incipiente rebeldía.

 

- …Quando todo fue hecho - dijo al adentrarse por un pasillo angosto y casi solitario -, los Cuatro Padres de los Elementos decidieron fundar en la Cuna de la vida las ciudades y sus habitantes. Así fue como surgieron todas las regiones del Vasto: la Región de las Llamas Eternas, Kalamandrya; la Región de las Tempestades, Prazintya; la Región de las Substancias Rojizas, Vicoda; la Región Oscura, Taltykia…

- …la región de las pechonalidades, Tetonya – pensó Ar-Itz al ver de reojo los senos de Aer sin poner mucha atención a lo que ella recitaba como de memoria.

- …cada una con sus propias características, y por supuesto pusieron la Región Etérea a la cual pertenecemos y en la que se mueve la Nebulosa Multiversal que contiene a veintenas de Nubes Infragalácticas – decía mientras movía sus manos entre cuyos vapores parecía sostener el cigarro - siendo la nuestra la Elemental de Tercer Nivel en donde dicen que hay más de veinte mil esferas interiores alrededor de las cuales flotan las Esferas Exteriores, las Esferas Medias y las Esferas Limítrofes… - y mientras hablaba, seguían caminando por pasadizos repletos de pequeñas tiendas y sus productos que parecían formar barricadas sin que Ar-Itz pusiera mucha atención a sus palabras - …que están justo en el borde de la Nube Infragaláctica; allí todo flota en un ambiente de fuerte vibración y allí fueron puestas las efímeras razas de Kefalitas, Corevinos y Linfarotes, todos los cuales fundaron sus propios imperios y reinos… - dijo deteniéndose ante el muro del callejón sin salida y, volviéndose a Ar-Itz al tanto que lo tomaba de la mano, le insinuaba que tomara de la mano a An’Drya que iba en la retaguardia; alargó el otro brazo para dirigirlo a una puerta trazada en varios colores (que sólo podía ser vista por medio de un aparato de mano) desde la cual de pronto algo los succionó hacia otro pasadizo como un túnel que conducía a un portal alto y ancho donde se sentía una brisa fresca proveniente de alguna parte.

 

En cuanto pasaron aquella entrada que estaba hecha con grandes columnas y se arqueaba en lo más alto, Ar-Itz pudo ver que todo a su alrededor era una cueva oscura que parecía no tener fondo; caminaron unos metrónos y de pronto sobre el suelo empezaron a aparecer luces.

 

- ¿Qué topu lugar es este? – preguntó.

- Bienvenido al Andergraun… - dijo una voz desde la oscuridad.

 

De pronto sintió que alguien más lo tomó de la mano y lo haló hacia una pared, pero aquello era una entrada cubierta por un muro falso de partículas aceleradas que conducía a una sala clandestina de consumo de una flor que cada vez se hacía más popular porque proporcionaba las respuestas más urgentes.

 

- ¿Cómo?, ¿cómo?, ¿cómo? – preguntó Ar-Itz anonadado por lo que acababa de suceder.

- Shh… - hizo An’Drya, señalándole con el dedo que no hablara.

 

Entonces Aer corrió una cortina oscura que cubría una puerta.

 

- ¿Cómo es que estamos aquí? – preguntó sin que Aer le respondiera.

 

Lo encaminaron por entre medio de una sala en la cual había varias personas a quienes saludaron fervientes, presentándolo de paso. “Él es Ar-Itz…”, decía Aer, y unas personas vestidas elegantemente respondían “mucho gusto” ante la pausa a su debate de eruditos de los tiempos. Cruzaron otra puerta y le indicaron sentarse en un sillón de piel color azul con vetas negras mientras Aer y An’Drya se adelantaban hacia otro cuarto.

Sentados en otros muebles más allá estaban varios chicos conversando mientras sostenían sendas tazas de las cuales emanaban vapores verdes y púrpura. No entendía sus palabras hasta que uno de ellos le habló.

 

- ¿Qué ondas? – le dijo alguien que parecía haber salido de la nada.

- Hola… - dijo.

- ¿Ya redi[11] para elevarte? – preguntó el chico sin que Ar-Itz supiera qué responder, por lo que asintió con la cabeza.

 

Aparecieron entonces Aer y An’Drya seguidos por un ser vestido totalmente de negro que, de no haber sido por el reflejo de las vestiduras de aquéllos, no se habría notado en aquella penumbra, y que tenía los cabellos descabellados, pintura facial en blanco y rojo, ojos totalmente negros (y a veces totalmente blancos) y manos pálidas y huesudas que causaron admiración a Ar-Itz. Este era Rols, de los llamados “mimos”, quienes habían sido iniciados y entrenados por los Kannabia durante una de las guerras entre éstos y los descendidos Numb; en total silencio, su formación incluía el aprendizaje del manejo de substancias para el bien de las razas (lo cual no estaba permitido según las leyes de la Gran Familia que imperaban en todas las Nubes) y la administración de la memoria histórica de los habitantes; “Rols” era nada más un apodo que derivaba de la palabra “rollos” significando “el que maneja las historias” las cuales estaban guardadas precisamente en una gran cantidad de rollos que proyectaban imágenes del pasado, no como aquellas que aparecían en la gran red sino unas más antiguas nunca registradas. Ar-Itz al verlos llegar de súbito, quiso decirle algo al chico que lo había saludado, pero ya no estaba.

 

- Vení… - parecía decirle con sus ademanes Rols a Ar-Itz – aquí se explica más o menos de dónde provienen las razas con las cuales convivimos… - sintió que le decía, y lo arrastraron a una sala oscura donde de repente apareció una luz que llevaba imágenes del pasado proyectadas sobre una pared blanca.

 

Todos tomaron asiento al tanto que una máquina crujía a sus espaldas y lanzaba haces de luz que recreaban cosas desconocidas por muchos. Así fue como el título narrado decía: “Los Kefalitas o Habitantes de Circunvólux de las Esferas Exteriores.” Y de inmediato se escuchaba una voz firme y profunda que sonaba por todos lados: “raza sublime que se movía en las fuerzas fruto del pensamiento y la razón”, decía “su inteligencia logró una alianza y mutua colaboración con todos los Numb (pues sabían que sólo así podrían sobrevivir), y se dice que fueron precisamente ellos, los Kéflits, quienes habían ayudado a formar el Gran Clan Numb-Ziguiboode y a todos los seres serviles que no eran otra cosa sino una unión forzada de orgánicos con máquinas excepcionalmente avanzadas”, decía la voz profunda. Y en las imágenes aparecían Numb y Kefalitas trabajando en laboratorios.

Una silueta les llevó tazones a cada uno mientras se recomponían en sus asientos; el humo verduzco brillante hacía que sus figuras se notaran en la penumbra, lo que nuevamente distrajo a Ar-Itz debido al atractivo principal de aquel chico; no podía centrar su atención en aquellas tan elaboradas píctoras, como se les conocía a tales imágenes, porque sus ojos habían visto una parte sensual del mentado An’Drya otra vez.

 

La voz continuaba narrando mientras las imágenes se sucedían: “…los Corevinos o Habitantes de Torakzikya en las Esferas Medias”, decía y continuaba: “entre las razas que hablan y caminan como los antiguos Terat se encuentra la de los Corevinianos, quienes llevan en sus núclidos la tristeza, el gozo, la desesperación, la ira y el amor…” Y Ar-Itz preguntó súbitamente sobre quiénes eran los Terat, a lo que el otro respondió que esa proyección se vería en un futuro y que mejor degustara su té.

 

“En el pasado, unidos genéticamente a los Kefalitas y a los Linfarotes, compartieron la misma suerte que sus hermanos con quienes mantienen una rivalidad y a veces hasta guerra a muerte; sus ciudades habrían sido destruidas igualmente como las de los otros obligándose a emigrar a otras latitudes donde encontrarían la puerta de entrada al mundo de los Elemortales y los Numb a quienes suplican ayuda…”

 

- …Esta información también está en el Libro Carmín, ¿verdad? – susurró Aer antes de dar un sorbo a su bebida. Y An’Drya asintió.

 

Una pausa en la información era rellenada con otras imágenes y con extraño ruido armonioso de instrumentos imposibles para Ar-Itz que en nada se parecía al sonido oficial.

 

- ¿Y cómo es que llegaron a nuestra infragalaxia? – preguntó Ar-Itz cuando al fin había terminado la presentación y apenas había dado un sorbo a su tazón.

- Pues según dicen, los Ziguiboode estaban experimentando nuevas vibras y accidentalmente abrieron una puerta que trajo primero a los Numb con quienes se aliaron cuando supieron de su poderío… - le respondió Aer.

- ¿Y quiénes son los Ziguiboode?

- …Con vos se pasaron, bicho – comentó An’Drya.

- Son Elemortales como nosotros… que han llegado a tener mucho pisto[12]. Ojalá que un día se les acabe el vacil…

- Pero nosotros estamos enfermos… - le dijo Ar-Itz. Y Aer rió pues sabía que se refería a la forma de sus manos.

- ¿Y adónde vivís? – le preguntó Aer luego de terminar su bebida.

- No lo recuerdo…

- Ah… - hizo el chico – sí se pasaron…

- ¿Se pasaron?, ¿quién? – preguntóAr-Itz.

- Bolsiáte a ver si hallás una tarjeta como ésta – dijo Aer y le mostró una tarjeta con una fotografía de sí misma en relieve con letras que apenas se leían.

 

Efectivamente encontró una tarjeta donde se leía “Ar-Itz Burj’Ra, S.D., Data existencial: -8440 Bak”.

 

- ¿Qué es esto? – les preguntó.

- Tu identificación… - dijo el chico. – Dejáme ver – y le arrebató la tarjeta –, bueno al parecer vivís en el Sector Arcano en Menos Equis Más Ye… - y ante la cara desorientada que había puesto Ar-Itz, continuó – mirá, sólo seguí esa calle y cuando estés cerca de tu chanti, esta cosa va a empezar a pispiliar y después a vibrar cuando estés más cerca, ¿okei?

- Hacéle caso… - le dijo Aer – ya te vas a acordar de todo…

 

No supo cómo había regresado a la calle después de haber estado sentado en otro sillón azul con vetas negras, se despidieron de él y lo dejaron caminar solo por una vereda sinuosa que le pareció interminable y donde poco a poco fue encontrando personas que lo saludaban: posiblemente estaba cerca de la casa donde vivía con tres personas más quienes posiblemente eran sus parientes, pero por quienes él posiblemente no sentía nada dentro de lo posible: Meke, la trastornada a quienes la mayoría llamaban “Kalo” que en mixolingua significaba “la cuenta cuentos”, pues era muy dada a inventar historias que luego causaban mucho mal; Balbuis Eldón, el voluntarioso cabecilla del grupo que en ocasiones espiaba y escudriñaba el cuarto y las cosas de Ar-Itz y cuyo deseo sexual lo había conminado alguna vez a pasar una temporada detenido en calabozos y a ser esclavo de la culpabilidad; y Fiora, la dulce y regordeta cocinera que frecuentemente hablaba de una tal Satúrnida en un tal pueblo de monumentos quien le había enseñado todos los oficios de la casa… y todos de apellido Burj’Ra pero no porque fuesen del mismo linaje sino porque así habían sido puestos juntos según un programa especial auspiciado por el gobierno que “formaba” familias de entre personas sin hogar o en alto riesgo de dejar de ser productivas. Los pequeños Ar-Itz y su hermano O’nee (de quien apenas se tenía una sospecha de que había existido) habían quedado huérfanos; Fiora, viuda; Meke, abandonada; y Eldón, exconvicto en rehabilitación. Para cuando Ar-Itz comienza su despertar hacia la aventura, los tres adultos de la “familia” eran ya unos ancianos, sobre todo Fiora que ya pasaba los sesenta ciclos, la mitad más del promedio.

 

Justamente la tarjeta empezó a emitir una luz muy tenue al momento en que vio a alguien cuyo rostro le pareció conocido. Era Meke, quien solo le dijo “ya venís”, como si no era tan obvio o como si supiera de donde llegaba.

En ese momento, unas imágenes cruzaron por su memoria y recordó cosas, continuó caminando y se alejó de Meke. No quería entrar a la casa, pero cambió de opinión nada más para prepararse un té, Rols le había obsequiado una bolsita con yerbas que posiblemente era para un pot-E y sabía que tenía tiempo suficiente como para sentir sus efectos. Salió y dobló en una esquina mientras la luz de su tarjeta se apagaba lentamente.

Caminó por varias calles como si sus pies conocieran el lugar, subió gradas, dobló a la derecha, saltó un muro, se escabulló por entre un cerco y subió al techo de una casa por medio de una escalera que al parecer había sido dejada allí a propósito. Caminó por una larga viga, equilibrando su peso perfectamente y llegó a un borde; al fondo se veía una niebla iluminada y la inmensa cantidad de edificios de la ciudad. Era de noche cuando al fin su mente descansó. Se sentó lejos de aquella orilla donde parecía terminar el techo y vio hacia arriba donde nubes de color negro y rojo-sangre se movían como tempestad sobre un profundo espacio color cobre mate que en ocasiones se tornaba entre rojizo y dorado, y otras en pardo un tanto brillante. Metió su mano en su otro bolsillo y sintió que algo se le deshacía entre los puntiagudos dedos: era una flor de Avitas que observó por largo rato como tratando de descifrar su uso. Cuando al fin recordó adónde la había obtenido decidió acercarse más al filo de aquel lugar.

 

…Y en quanto se acercó a la orilla con el humo saliendo de su preparación de pot-E o pitridio (d0P-3, como le llamaban técnicamente), se quedó pensativo: como parte de la llamada Tercera Generación H, él ya era parte de todo el Elemental[13], ya era parte de la terrificación, de la aericación y hasta de la automicación donde la conocida Red Intragaláctica conectaba las mentes con otras mentes, las emociones con emociones, los instintos con otros instintos, la locura con más locura… así todo lo que era parte del serelementum de las personas, era parte de esa red utilizada para fines consumistas mayoritariamente y no le sacaban el provecho para un desarrollo completo de los habitantes a quienes de todas maneras no les importaba lo que sucediera mientras tuvieran a mano lo que tanto les decían que compraran. Una red útil nada más para los poderosos. Las vidas estaban a punto de pertenecerle completamente a los mismos señores de antaño y nadie hacía nada por cambiarlo, mucho menos este muchacho que era como cualquiera de los que iban a las academias y escuelas sólo porque “hay que sacar un título” con el cual “defenderse en la vida” como le decían, “como si un pedazo de papel impreso en hilo de piel de iksódido” (porque utilizaban la piel de los iksódidos para elaborar cosas), “con imagen y acreditación hubiese sido lo único que podría defender a alguien”, se dijo; sobre todo en el país tredemondista por excelencia y el más atrasado y violento que el peor de la Infragaláctica Nube, y con el deshonroso segundo lugar en la lista de lugares con mayor desempleo no sólo de la región del Mar Oscuro o de Tre-Mondo, sino hasta de la Esfera Infragaláctica Ev-3. En pocas palabras, estaban hechos mier…

 

Pero él asistía a sus clases a pesar de todo y a pesar de que en días lluviosos (los más del año infragaláctico, y ya se verá qué clase de lluvia inundaba las ciudades) no le gustaba abandonar su bien acolchonado sitio – mientras consumía sus alimentos - frente a la imagen holográfica del “T-le” ni su cargado keffy negro con sabor ácido como de cítrico (porque sí había una mínima producción agrícola de algún tipo a pesar de las condiciones climáticas y de la terrametría de la Nube, y por supuesto que casi toda la producción era “fabricada” en los gigantescos hangares de la Gran Familia que correspondían la principal fuente de empleo; así que sí existían los sabores cítricos, las flores a pequeña escala, y muchas otras plantas que habían crecido en Spira-Lus antes de la Gran Calamidad).

Se veía como cualquiera, y actuaba como cualquiera a pesar de que él se sentía el más especial de todos y prueba de ello era que nada podía apartarle en ese momento del monitor en el que pegaba su mirada como poseído mientras se daba placer a pesar de su edad que ya alcanzaba la mitad de la esperanza de vida. Y sólo para tener ese momento de intimidad personal limaba sus puntiagudos dedos cada día (que a veces parecían retraerse por sí solos).

 

Después de una tórrida niñez, aprendió a ver grafías como cosa teratóxica[14] o aprendió teratóxicamente a ver grafías, como sea, algo que venía haciendo desde que tenía cinco triangulares, no porque hubiese sido un niño precoz, sino más bien porque a esa edad encontró accidentalmente una revista “erótica” de uno de sus primos: los cuerpos desnudos de hombres y mujeres “de los que crean seres” en pleno coito o en plena pose “indecente” que dejaba al descubierto los poblados bosques o las obscuras selvas púbicas le habían despertado la curiosidad. Así lo aprendió o lo fue aprendiendo, sobre todo quando sedeciclos[15] después entró a la sombría casa de uno de sus amigos quien tenía cientos de revistas, naipes, píctoras y juguetes eróticos (muchas cosas “buenas” y “malas” se habían conservado luego de la Gran Calamidad por la que había pasado la Multiversal hacía mucho tiempo). Las imágenes de miembros y órganos reproductores en pleno uso de sus facultades fistorógicas, anatrómicas, biologóficas y trídico-físicas y los cuerpos yaciendo y levantándose como entes indignos de misericordia se grabaron en sus recuerdos y a veces las reproducía fielmente con tile[16] sobre el papel de láminas (como se le llamaba al objeto electronológico usado para escribir) para darse placer; pero pocos podrían haber entendido el despertar de los hormonéticas en aquella época de estrellada oscuridad, no porque reflejara la Estrella Amarilla de las Alturas (una mítica esfera que emanaba calor y luz), sino por la reventazón sobre los vecindarios que a lo lejos o a lo cerca hacía refulgir chispas o esquirlas de tantas bombas contrainsurgentes en la plenitud del Negromanto[17]. Esas bombas insurgentes solo buscaban liberar al pueblo de la terrible opresión al que había sido sometido desde hacía incontables deciclos, los rebeldes habían sido apresados, enjuiciados por terrorismo y encarcelados parasiempre en los calabozos de las ciudades donde se dice que sufrían torturas a través de experimentos de los que nunca nadie había podido presentar pruebas. Pero dejemos ese levantamiento para otro lugar y otro tiempo, lo que nos ocupa es este muchacho que bien podría ubicarse entre los dieciséis y los veintisiete deciclos triangulares[18] (un deciclo triangular estaba formado por sedeciclos equivalentes a muchas horas de trabajo en las fábricas Numb-Ziguiboode, pero en Tre-Mondo no se medía la vida de una persona por el tiempo o por la legalidad de un documento sino por todo lo que había vivido desde su nacimiento, así, alguien de dieciocho deciclos triangulares (casi la mitad de la esperanza de vida) podría tener más experiencia y saber más que un anciano de cuarenta - a pesar de lo que dijeran los más viejos -).

 

Cada día despertaba abrazando a su segunda almohada o agitándose vehementemente hasta hacer explotar a su conciencia cual bomba de las esferas sobre la cúspide de Trébula, la ciudad capital que en tantas veces había sido atacada durante la invasión: ataques y ofensivas que él quizá no había tenido que vivir de niño por lo que desconocía totalmente la aflicción de muchos otros que sí.

Sintió atracción por la gente de otras especies desde pequeño y no lo quiso reprimir, lo dejaba fluir y aparecer como llegara (por algún tiempo pensó que tal vez sólo era una sensibilidad pasajera debido a su atracción por tocar las pinturas y esculturas antiguas, y luego sintió el fuerte e incontenible deseo de tocar gente de verdad).

 

Una frustrada experiencia le había aumentado la curiosidad y lo movía a querer morir bajo las sábanas antárquicas[19] de un algo prohibido, curiosidad que cada día crecía al no verse satisfecha. Por ello y sin premeditarlo, se encontró un día con una chica un poco menor que él en edad - pero mayor en experiencia - quien le abrió una intragalaxia y un deciclo distintos a los que conocía y distintos a los que había imaginado: yacían el uno junto a la otra, casi desnudos y palpitantes, arrebatados por un afecto mutuo que sólo empujaba a querer el bienestar del otro. En otra época (la relumbrante de estrellada oscuridad), aquello habría sido inconcebible y quizá hasta sucio para él mismo; pero desde que se había tomado medio en serio el anesencismo[20] y el pensamiento taxeísta[21] en aquel infragaláctico cuerno espiral-pitista[22], todo lo tomaba como venía… ¡y qué bien lo tomaba sin mojigaterías!, fruto de una corta vida llena de dolor, sufrimiento y silencio. Dolor del abandono, sufrimiento de los abusos y silencio de la justicia. Pero esa noche, aprendió más que con las revistas de su amigo Tolli y más que viendo píctoras de la red: aprendió a acariciar la mente de otro Elemortal y a sentirlo, a abrazar toscamente (pues es de todos sabido que el cuerpo de muchos seres dobles han sido hechos de tal manera que ambos se amolden mutuamente siendo complemento el uno del otro, ajustándose sus formas perfectamente entre sí, cosa que no ocurre con dos cuerpos de la misma índole, condición y forma) y a no sentir pudor ante la desnudez de su compañera, porque con anterioridad y en semejante situación, sólo había tenido este tipo de relaciones afectivas con féminas de otras especies con quienes ya había tenido placeres de diverso tipo aunque nada tan espiritualmente sexual como lo que ahora tenía con esa su amiga.

 

En las penumbras, se imaginaron vivir su propia historia de príncipe y princesa de un distante reino rodeados de orgías de todo tipo, con música, comida y los bailes que Tamara[23] disfrutaba ver en Áfiros y Tunnos, bailes que habían condenado a una o dos ciudades de la antigüedad a la destrucción flamígera de las Alturas. Sus corazones palpitaban el uno contra el otro y los vellos imperceptibles a la vista rozaban las mejillas juveniles mientras sus manos apretaban la suavidad de sus muslos. Él era como un aprendiz adelantado que en una sola noche casi se graduaba en sensaciones de diverso tipo.

 

En esa ocasión en que pasaron juntos la obscuridad, el uno le preguntó a la otra qué era lo que deseaba ser cuando fuese lo suficientemente madura como para ingresar a su serelemento, a lo que la chica no supo qué responder.

 

- ¿Qué vas a ser cuando seas grande? – le preguntó.

- No sé.

- ¿Qué te atrae?

- No sé.

- ¿…Algo que te apasione hacer?, ¿algo que te guste tanto hacer que podás pasar horas y horas en lo mismo sin cansarte mucho…?

- No sé. El humo del pitridio… - dijo y rió.

- Además de eso… - dijo Ar-Itz poniendo cara seria. Pero la chica (mientras escuchaba algún tipo de numbay) ya se adentraba en el humo que salía de su pitridio, tal cual era llamado el té consumido por los jóvenes para despertar su conciencia, aunque sin guía sólo fallaban y morían, sobre todo si sólo consumían la porquería que les vendían sus patronos Ziguibude.

- ¿Qué ondas, Ar-Itz? – dijo una voz a través de un aparato portátil – ¿vas a ir por un poco de pot-E?

- Ahora no sé… - respondió.

 

Era Aer que le llamaba para invitarlo nuevamente a aquel lugar donde había visto las imágenes de los efímeros habitantes de todos esos lares. Por supuesto que ella y An’Drya no fallaban de ir de vez en cuando no sólo para consumir flor de Avitas, sino para analizar los sucesos y eventos en los que se hallaban sumergidos hasta el cuello. En más de alguna ocasión Ar-Itz sintió el deseo de llevar a su compañero a ese “andergraun”, pero no estaba seguro de cómo lo tomaría pues allá había visto a personas muy cultas y a muchos otros que no se limitaban a consumir la flor únicamente, sino que hasta llevaban a cabo ceremonias para adentrarse a su serelementum.

 

- Ahora no sé… - le había dicho.

- Es que con An’Drya saldremos de Vertex y estaremos fuera por un tiempo y queríamos verte antes de irnos…

- ¿Y cuándo se van? – preguntó.

- Ah… pues en un par de días – le dijo.

- Te voy a avisar más tarde… - terminó.

 

¿Qué era el popular pot-E? Una sustancia obtenida a partir de la flor de Avitas que cultivaban los Kannabia desde antaño, se decía que a veces era inductor de la infranasia (un estado previo al Exencuentro[24], de allí que se le agregara la “E”) y que abría pasadizos dentro del mentum[25] de los Elemortales, llevándolos por lugares que no habían visitado antes y volviéndolos amigables, inteligentes, con mucho raciocinio y pasión por la vida (algunos efectos secundarios del uso del pitridio extraído de la flor de Avitas eran estados de euforia, apetito, sensación de bienestar y de que todo tenía solución si sólo se pensaban un poco las cosas, además de que ayudaba a minimizar la reacción alérgica del cuerpo Elemortal hacia algunos componentes del agua procesada y de algunos alimentos suministrados a los enfermos del Kersán o “enfermedad de la estupidez” además de aliviar los síntomas del litriuminum[26] que contaminaba la atmósfera por no decir que a veces también causaba leve amnesia). El pot-E (o d0P-3, como les gustaba llamarlo a las autoridades) era ilegal en toda la Infragaláctica Nube (y no era la única sustancia ni tampoco la única que reportaba ventajas y ganancias en el mercado negro) debido a que los que ahora dominaban habían difundido la idea de que transformaba a sus usuarios en bestias sin pensamiento, en criminales y delincuentes, en vagos y borrachos.

Revisando la historia se podía dilucidar por qué los Numb y los Ziggyboode reprimían a los que cultivaban, cosechaban, procesaban, transportaban, comercializaban y consumían la flor de Avitas, metiéndolos en prisión hasta que se pudrían sus huesos.

 

Eso mismo discutían de vez en cuando los asistentes al Andergraun, más allá de la Cueva de los Fondos, donde los mimos interpretaban a manera de burla, los gestos y hasta los sermones de aquellos seguidores de la religión trídica - quienes también servían y eran parte de la Gran Familia, aunque lo negaran -.

 

Allí, los poetas servían manjares tomados de la despreciada mesa del conocimiento, lo que sustraían a hurtadillas los míticos “ják’r-o, crák’r-o y púnk’r-o” quienes entraban a los salones, templos y edificios Numb-Ziguiboode a veces sin ser notados. En pocas ocasiones se sabía la noticia de la captura de alguno de estos bichos raros y huidizos que nunca se mostraban en público sino sólo en las clandestinas entrañas de las ciudades, bajo los pies de miles de seres, en las oscuras cavernas gobernadas únicamente por monstruos y aparecidos… sólo allí se tenía la suerte de encontrárselos diluidos entre la multitud que agolpaba los interminables túneles y concavidades, sólo allí en la “cueva de los fondos”, donde el humo del pitridio de flor de Avitas casi iluminaba los túneles y donde funcionaban algunos lugares de descanso y relajación o “fuentes de pot-E”; allí donde se reunían de vez en cuando las y los que alguna vez habían pertenecido a las Nubes, los que habían iniciado el camino de la liberación, como se decían a sí mismos… Justamente allí se escuchaba el eco de la voz de alguien:

 

“Yavas, yavas, yavas…”

(Bendición popular tremondista utilizada al iniciar una historia

o al encontrar resultados sorpresivos).



[1] Traducción del mixolingua refiriéndose a un “hermano, compañero y amigo”.

[2] Como toda unidad de medida, esta había sido establecida por el uso o por el azar.

[3] Según la religión kannabia, los Existentes son seres todopoderosos con capacidad de crear la vida y de tomar decisiones.

[4] Un Clan, según los mismos Numb, es un grupo de gente selecta cuya finalidad es vivir en abundancia, que espera mantener su estatus de poder y que pretende ganar un puesto entre los Padres de los Elementos haciendo buenas obras; todos los miembros de un Clan siguen una profesión, en el caso de los Ziguiboode y los Numb, se especializan en la actuación.

[5] Presumido y “snob”.

[6] Por “niño”, “joven”, “chico”, “muchacho”.

[7] Es la parte más sensible y consciente de los seres.

[8] Referido a la idea de “Dios” o de “Evolución”.

[9] También escrito “numbay”: Entre los sujetos en “desarrollo evolutivo”- como le llamaban a los más jóvenes - tomaba diversos nombres según la ocasión y el propósito.

[10] Especie mortal humanoide de tamaño diminuto.

[11] Por “listo”.

[12] Por “dinero”.

[13] Se le llama así a la idea de mundo.

[14] Teratoxina: intoxicación mórbida y bestial.

[15] Un sedeciclo es equivalente al promedio de lo que una persona labora durante su vida.

[16] Tipo de objeto usado como tinta.

[17] La obscuridad.

[18] Según los eruditos “el deciclo triangular es el número de veces que una persona ha atravesado la realidad y el espacio-tiempo”, de allí que el radaciclo es el espacio y el sedeciclo, el tiempo.

[19] Antárquico: que no es gobernado sino sólo por sí mismo. Cuando se habla de la “Antárquica Melodía del Estudio” se refiere a que la ciencia no está gobernada por nada ni nadie sino sólo por su propio hilo de análisis, síntesis y desenvolvimiento en la materia, energía y espacio-tiempo.

[20] Anesencismo: la creencia en la no-existencia.

[21] Taxeísmo: tipo de filosofía basada en el “dejar fluir” de la materia y la energía.

[22] De “Pito De Moni”, personaje tremondista que abogaba por el lema “Poder a los poderosos”.

[23] Personaje idílico hermafrodita de la religión trídica que poseía centros para el recreo excesivo de los lujuriosos.

[24] El Exencuentro se refiere a la dinámica en espiral de las diferentes líneas de vida en el deciclo triangular de cada ser siendo al mismo tiempo un estado multidimensional en la Esencia de todo lo existente; algunos se refieren a él como una reencarnación mortal de un ente inmortal sólo si éste ser inmortal tiene consciencia de cada una de sus manifestaciones materiales e inmateriales. Para otros, es el conocimiento profundo de la vibración expansional a la que no todos tienen acceso.

[25] En este caso, por “cerebro”.

[26] El litriuminum había sido creado por los Numb para destruir los cuerpos de los Elemortales y de todas las demás razas de la Nube Multiversal, de acuerdo a la información obtenida por los Jak’r-0, era un derivado de los tóxicos utilizados durante las guerras que a tantos inocentes había matado. Estaba diseminado por todas partes y unido al tiempo, llenaba el volumen de la vida misma.

3 Por “niño”, “joven”, “chico”, “muchacho”.